Blas de Lezo inicia una serie de artículos en este
blog con los que se pretende dar a conocer a los personajes, historias y
momentos más importantes del Imperio Español.
Sin divisiones cronológicas analizaremos de forma particular cada elemento. El objetivo es dar una mayor visión a la
campaña #VulveImperioEspañol.
Blas de Lezo es un nombre particular en la historia
de España, algunos los recordaran de lejanía en aquellos libros de historia,
con olor a nuevo del Instituto, y otros
muchos formarán parte de su conocimiento e incluso habrán ayudado a la difusión
de sus ideas y hechos que llevaron a poner una estatua en su honor en Madrid,
hace tan solo dos años.
El nombre del almirante vasco, Blas de Lezo es uno de esos hombres que fueron olvidados
del S XV, junto a D. Juan de Austria, Hernando Soto y Alvaréz de Toledo, que
cambiaron España y el mundo. Blas de
Lezo era descendiente de una familia hidalga, que se incorpora a la guardia
marina con 14 o 15 años y que pronto demuestra su valía de liderazgo al igual
que su inteligencia. Durante la Guerra de Sucesión española es mutilado, de ahí
le vino mote de “medio hombre” ya que había perdido un ojo, una pierna y quedó
con el brazo inmovilizado.
Una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Lezo se
destacó por su servicio a España. Una
de sus misiones más destacadas fue la
que realizó en 1720 a bordo del galeón “Lanfranco”. Se le integró en una
escuadra hispano – francesa al mando de Bartolomé de Urdazi con el cometido de
acabar con los corsarios y piratas de
los llamados Mares del Sur, en Perú. Las
primeras operaciones fueron contra el corsario inglés John Clipperton, que huyó
a Asia donde fue arrestado y ejecutado. Por estas hazañas Lezo fue ascendido
a teniente general en 1734. Sin embargo
la misión más importante de su vida llegaría cuando fue enviado a Cartagena de
Indias (Colombia) como comandante general.
Cartagena de Indias era el centro de comercio
americano y donde confluían las riquezas
de las colonias españolas, por lo que Blas de Lezo tenía la misión de defender
la plaza frente a todos los interesados en la zona, en especial los ingleses
que se mostraban ansiosos de conqusitar
el territorio. Los británicos, en
búsqueda del enfrentamiento con España aprovecharon una afrenta contra su Imperio.
El pretexto fue el asalto a un buque británico (¿No
les recuerda algo a la Guerra de Cuba?). En este contexto, en 1738,
compareció Robert Jenkins ante la cámara
de los Comunes, un contrabandista británico cuyo barco, el Rebecca, había sido
apresado en abril de 1731 por un guarda costas español, que le confiscó su
carga. Los sucesos adquirieron tintes de deshonra nacional. La excusa perfecta
había llegado y se declaró la guerra a España.
Los preparativos dieron comienzo y los ingleses
crearon la mayor flota de barcos de la historia, hasta ese momento y solo
superada en la actualidad por el desembarco de Normandia. Al frente estaba el
almirante Edward Vernon. Por el contrario
Blas de Lezo no disponía de un gran número de soldados ni barcos para defender
la ciudad. La proporción era 1 español por cada diez ingleses. El punto a favor
del almirante Lezo era la orografía del terreno y es que a Cartagena de Indias
solo se podía entrar mediante dos estrechos accesos, conocidos como “bocachica”
y “bocagrande”.
Lezo se preparó para la defensa, situó varios de sus
buques en las dos entradas de la bahía y
dio órdenes de que, en el caso de que se vieran superados, fueran hundidos para
que no fueran apresados y para que sus
restos impidieran la entrada inglesa.
El 13 de marzo de 1741 apareció la mayor flota de
guerra jamás vista hasta el desembarco de Normandia. Para el día 15 toda la
armada enemiga se había desplegado en plan de cerco. La batalla comenzó en el
mar. Tras comprobar que no podían acceder a la bahía, los ingleses comenzaron
un bombardeo incesante contra los fuertes del puerto.
Tras acabar con varias baterías de cañones, Vernon
se dispuso a desembarcar alguno de sus hombres, que lograron tomar posición en
tierra. El comandante ingles se dispuso a cañonear la fortaleza de San Luis, situada en
Bocachica y cuya acción duró más de dieciséis
días lo que provocó que los españoles tuvieron que abandonar en los días
sucesivos los fuertes de San José y Santa Cruz. Ante la dificultad de la
situación, Blas de Lezo tomó una complicada decisión, decidió incendiar sus
propios buques para obstruir el canal navegable de Bocachica y, a su vez, se
decidió hundir los navíos de Bocagrande. Aunque este último caso no tuvo éxito
ya que los ingleses aprovecharon el casco de una de las naves para desembarcar.
Los ingleses habían conseguido acabar con varias fortalezas y asentarse en
las bahías de Cartagena de Indias tras
pasar los obstáculos puestos por los españoles. Sin duda, Inglaterra veía cerca
la victoria, hasta tal punto llegó la idea que Vernon entró triunfante en la
bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas en señal de la
victoria en la batalla. Además envió un emisario a Inglaterra para anunciar la buena
nueva- La noticia fue recibida con grandes festines e incluso se acuño una
moneda en conmemoración de tal hecho. En las monedas se podía leer “ El orgullo
español humillado por Vernon”.
Los ingleses dispuestos a dar el toque final a los
españoles decidieron atacar el castillo de San Vicente donde resistían
seiscientos hombres españoles, el primer asalto a la fortaleza ya restó 1.500
vidas a los ingleses. Vernon comenzó a mostrarse nervioso y mandó una nueva
embestida a la plaza española. En la noche del 19 de abril los ingleses se
organizaron para atacar el castillo de San Felipe, lo harían mediante escaleras
para llegar a la cima del castillo. Pero Blas de Lezo se mostró mucho más
inteligente, mandó cavar un foso y con ello evitó que las escaleras alcanzasen
la parte alta de las murallas del castillo. Este fue el motivo por el que los ingleses
engrosaron su lista de bajas y cambió el curso de la batalla.
Al día siguiente y gracias al golpe psicológico del
día anterior, los seiscientos soldados españoles se decidieron a salir del
castillo y embestir contra los ingleses. Al frente estaba el propio Blas de Lezo,
que sujetaba el arma con un solo brazo. La lucha se determinó a favor de los
españoles que obligaron a la retirada a los ingleses. Vernon trató, en los
meses siguientes, bombardear con sus barcos la plaza, algo que no tuvo éxito y
al final acabó ordenando la retirada de las tropas. Los ingleses sufrieron más
de 5.000 bajas.
España había conseguido defender la plaza ante la
mayor armada de la época, hecho que se consagró gracias al buen sentido
geográfico de Blas de Lezo y su experiencia militar.
Ahora dos recomendaciones, por un lado un poquito de humor con un vídeo explicativo a toda leche y por otro el podcast de Memorias de un Tambor, pieza fundamental en la explicación de su figura:
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