La historia debe estudiar los problemas y no ser la defensa
de una causa. Con esta premisa inicio un artículo que de primeras resulta
complicado de procesar y justificar. Los historiadores encontramos en los
nacionalismos un punto de inflexión en el estudio del pasado, puedo afirmar sin
miedo a equivocarme que es la única asignatura que enlaza un mundo anterior con
la actualidad y que resulta ser manipulada por unos u otros. Reconozco que el
estudio de la conciencia de las gentes del pasado ha sido uno de mis asuntos
preferidos, aunque cabe señalar lo
complicado del asunto, porque acercarse a una realidad, a veces, no escrita
lleva a unos y a otros a modificarla por lo que obtener un resultado objetivo
es realmente difícil.
Así pues con este escrito, del que voy a tratar que sea los
más breve e intenso posible, nos acercaremos a lo que es España y los españoles. Un asunto que está presente de forma
secundaria en aquello que se ha venido llamar el debate de los regionalismos catalán
y vasco, pero que es necesario de destacar para comprender y sobre todo sobrepasar
a quienes mienten sobre la Historia, nuestra historia.
Es cierto, estoy de acuerdo en el análisis historiográfico,
de principios de los noventa, en aquello
de que la identidad nacional ha sido un
elemento que ha variado en las conciencias de las gentes, sin embargo resulta
implacable la realidad nacional que se ha mantenido con el tiempo y es eso lo
que vamos a analizar.
Nos remontamos a la conquista romana de la Península
Ibérica. Lo que hoy conocemos como
España estaba formada por diversas tribus y sus habitantes no entendían una
realidad política, cultural y social más
allá de sus propios límites geográficos. Los romanos, sin embargo, entendían como
una realidad común a los habitantes de la Península Ibérica, ellos les llamaban
hispanii, lo que se tradujo, tras la conquista del mundo romano, en una
organización política común y que derivaría en Hispania y sus provincias
romanas.
Es cierto, con la dominación romana no hubo un sentimiento
de nación ni nada que se le pareciera, pero sí que los habitantes eran distinguidos
como tal y eran habitantes de una de las
divisiones que acometió Diocleciano del Imperio Romano. Y llegaron a la
Península se fuerza los visigodos, pueblo del norte de Europa y cuyos reyes nos hicieron
recitar en la escuela a muchos de los españoles. Resulta clarividente que los
reyes visigodos tenían una conciencia de unidad del territorio desde la época
en que Leovigildo creó la rex Hispania con la que se pretendía la unificación
étnica entre romanos y visigodos y con
Recaredo se produce la conversión al cristianismo, aspecto fundamental de los
siglos siguientes.
Y llegamos al año 711 con la invasión musulmana de la
Península Ibérica, a la que conocían como una identidad unitaria llamada Al –
Andalus. Los musulmanes controlaban casi toda la Hispania Romana. Es en éste
momento en el que entran en escena todos aquellos cristianos que habían
conservado su religión en el Norte y que eran descendientes de aquella
conversión cristiana de Recaredo. Los
cristianos se consideraban herederos del reino de los visigodos y comienzan el
proceso de Reconquista (término que ya aparece en textos del Siglo IX), por la
obtención del territorio perdido. Aquí, sin duda alguna, nace el sentimiento de
España como entidad social y cultural que ha llegado hasta nuestros días. Los reinos
cristianos que surgieron eran solidarios entre ellos, se consideraban hermanos
y compartían la idea de reconstruir la idea política perdida. Por tanto los
españoles nacen con la conciencia de no
ser moros, de rechazar al Islam y de considerarse solidarios de la Cristiandad
Occidental.
Las coronas de Aragón, Castilla, Navarra y Portugal son las
que perduraron en el tiempo y las que, a pesar de las diferencias, no dudaron
en unirse en situaciones concretas, como por ejemplo en la batalla de las Navas
de Tolosa que ya analizamos en este mismo blog.
Y llegamos a 1469, año del matrimonio entre Isabel de
Castilla y Fernando de Aragón lo que llevó a la formación del Estado Moderno y
a la unión de los reinos, por tanto a dar la entidad política a todo ese cúmulo
de ideas y sentimientos compartidos. España se hizo realidad con la culminación
de la Reconquista en 1492, se acabó por cumplir el deseo de unidad territorial
de la Península a la que se sumaba una administración compartida. Ese mismo
año, 1492 supuso lo que sería el comienzo del Imperio Español con la llegada a
América, lo que conllevó la dificultad de hacer un sentimiento común e igual a
uno y otro lado del charco.
España era una realidad cultural, social, lingüística y
política que con la llegada al trono de Carlos I se enfrentó a la idea de ser
gobernada por alguien quien no conocía la tierra y al que le costó aceptar la
necesidad de conectar con los españoles. Con el reinado de Carlos I llegó la
incorporación de los reinos que heredó de su abuelo Maximiliano. España era una
realidad cambiante que afectaba a un mayor territorio y los españoles mantenían en vigor los valores
de la honra, la cristiandad y el patriotismo que llevó a los soldados de los
tercios españoles a engrandecer la historia de nuestro país. Llegaron las
victorias en Lepanto, Empel o Pavia. España era un Imperio, una nación que
dominaba el mundo. Y también llegaron las derrotas, la perdida de nuestras
posesiones fuera de la Península.
Llegamos a 1808, España es invadida por la Francia
Napoleónica que bajo la idea de la ilustración trató de imponer la guillotina a
unos reyes, españoles, incapaces desde hacía mucho tiempo. Los españoles,
exaltaron la idea de pertenencia y lucharon por el mantenimiento de sus formas
de vida. El 2 de mayo constituye un ejemplo extraordinario del sentimiento
español, fue la defensa de lo propio frente a lo extraño. La idea de más vale malo
conocido que bueno por conocer potenciada a su máxima expresión. España dijo no
a los franceses y se encaminó al liberalismo de las Constitución de Cádiz de
1812. Es cierto España se había quedado atrás, desde el punto de vista político,
respecto al resto de potencias europeas, el fin quedó patente en 1898 con la pérdida
de Cuba y Filipinas. La política española estaba rota . El fin del Imperio.
España se sumió en la flagelación, en la derrota más dura, en un caos de ideas…
El país ya eran dos ideas. Llegaron. 1931. 1936 y 1975. Unos
defendiendo la idea de España como unidad de destino en lo universal y tratando
de recuperar la idea del Imperio y otros agarrándose en la idea de un sistema
de gobierno capaz de generar cambios y que se alejara de toda tradición, lo
suyo era romper.. Y aquí seguimos, en
esa disputa absurda por ver quien tiene razón en su idea, incapaces de generar un movimiento de respaldo
a la España, a su forma de ser, a su identidad.
Por tanto, España es esa idea de mantener viva su esencia en lo universal. El objetivo último y primario de lo que somos. El recordar lo que fuimos y mantener esos valores que nos hicieron ser lo que somos.
Me avergüenza que alguien que se hace llamar historiador pueda escribir tantas barbaridades y sandeces. Historiador de Wikipedia más bien
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