Retrato de Felipe II |
Felipe II, rey de la Monarquía
Hispánica desde 1556 hasta 1598, es el ejemplo perfecto de la consolidación de
lo que se ha venido a llamar Estado Moderno, no solo institucionalmente
hablando sino desde el punto de vista cultural. En efecto, el desarrollo
cultural del Rey “Prudente” resulta a todas luces un legado muy importante.
Felipe II fue un rey profundamente religioso, extendió la fe
católica más allá del infinito en sus etapas de expansión y descubrimiento de
las Indias Occidentales (América). Esta relación tan estrecha con la ideología
cristiana tiene el pretexto de su padre,
Carlos I, quién le educó bajo los preceptos de la Santa Iglesia. Por tanto es
necesario advertir que en la figura de Felipe II encontramos la existencia de
una visión providencialista, es decir, que los sucesos en la vida terrenal
estaban claramente marcados por los designios del padre todopoderoso. Este mismo ímpetu empujó al nieto de Isabel y
Fernando a liderar a la Liga Santa frente al Imperio Turco Otomano, motivo de
liberación para Europa que se veía cada vez más amenazada por la expansión de
los Sultanes Mohammed II, Bayocetto II, Selim I o Soleiman “El Magnífico”.
Todos estos eventos se traducían en actitudes diarias del “monarca
escurialense”, oía con frecuencia misa, hacía retiros espirituales en Cuaresma
y era muy devoto a la eucarestía.
Pero la Monarquía Hispánica no solo
invertía su tiempo en eventos religiosos, Felipe II tenía multitud de aficiones
que son recogidas por los cronistas de la época que en la mayoría de los casos
escriben en letra cortesana, aquella que su bisabuela Isabel I de Castilla
tanto alababa. Como curiosidad señalar que el propio monarca escribía de su
puño y letra numerosas cartas a sus hijas pero acababan siendo destruidas al no
perseguir la condición de legado. Felipe
II fue educado en los renglones del humanismo y por tanto es un hombre que
tiene al individualismo frente a la idea de colectivismo medieval. Es un hombre
del Renacimiento, anclado en el estudio de los grandes clásicos. Todo esto
deriva en la idea que se tiene sobre él. Se ha dicho que el monarca Habsburgo
fue una persona insensible, tan grave de gesto como de palabra, todo ello
fomentado por la Leyenda Negra que incluso transmitió la idea de un rey
taciturno. En realidad estamos ante un hombre muy culto, con una formación
espléndida y amante de las artes, buena prueba de ello es la creación de El
Monasterio de El Escorial.
Es verdad que Felipe pasaba más de
ocho horas diarias en despachar los papeles de su escritorio, sin embargo la
seriedad del trabajo la acompañaba con
una sed de curiosidad constante. Era aficionado a la pintura, a las ciencias, a
la tapicería, la música o la arquitectura llegando a supervisar parte de la obra
del monasterio que construyó una vez derrotó a los franceses en San Quintín.
Entre sus aficiones más importantes va a estar los jardines, contrató a los
mejores jardineros de Flandes, con ello creó lugares para el recreo y la
exaltación de las emociones. Incluso Felipe II tenía una intensa actividad
coleccionista en torno a relojes, medallas o armas. Pero sobre todo fue un
ferviente coleccionista de arte
convirtiéndose en mecenas.
En efecto, el arte y
especialmente la pintura fue una pasión
para Felipe II y nunca paró de acumular obras pictóricas destacando los
trabajos de Tiziano. La religiosidad del monarca fue fundamental para fomentar
la compra de estas espléndidas obras que acumuló en sus posesiones. En las
piezas adquiridas se reflejan el lenguaje de la fe y el éxtasis místico,
llevado a sus máximas cotas, todo ello fue gracias a El Greco pintor que
residía en Toledo.
Por último hay que reclamar el
papel de difusor de la cultura también para Felipe pues resulta de gran
importancia la creación de la biblioteca dentro del Monasterio escurialense. La
construcción de este espacio responde, una vez más, a la idea del
coleccionismo, en especial al atesoramiento de libros pero también a los
ideales fundamentales del humanismo que antes hemos comentado. En los escritos
de contemporáneos como Ambrosio de Morales o Juan Bautista se plasma la idea de
que el edificio no solo quedase como depósito, sino que debía acoger aquello
que fuera necesario para proceder en cualquier estudio o investigación, de tal
manera que en ella también estarían presentes todo tipo de instrumentos
matemáticos, retratos de personajes, dibujos o grabados e incluso
reproducciones de flora y fauna.
Estamos ante un claro ejemplo de
que la Historia no se puede explicar únicamente desde el punto de vista
militar, es necesario apelar a la cultura que nos muestra aquellos elementos
más comunes de la vida de los personajes que han marcado nuestro destino. Es
cierto que parece que estamos en una época mucho más alejada, pero no es menos
cierto que realmente conservamos multitud de formas o costumbres que ya
existían hace casi quinientos años. ¿Hemos cambiado? Sí, pero no tanto como
pudiéramos creer.