Me dirijo hacia la iglesia de uno de los pueblos que
formaban la Castilla del Siglo XVI para reunirme con los amigos de toda la vida
y que dentro de nuestras vacaciones
veraniegas aprovechamos para volver a vernos en lo que fue nuestro pueblo de
nacimiento y de crianza. De camino hacia el templo religioso advierto que todo
sigue como siempre, las gentes sencillas y cercanas que te preguntan “ Hijo
mío, ¿tú de quién eres? Pregunta que
acaba dando a otras para conocer qué es lo que te ha dado la vida durante estos
años en los que el pueblo ya no se ha convertido en tu residencia. Por
supuesto, también siguen como siempre las calles angostas de trazado medieval y
ese sol que es capaz de derretir las chanclas tan propias del día que nos
acompaña. Y enfilamos ya la cuesta de la iglesia, que acompaña a las del resto
del pueblo en lo que podríamos definir un “Tourmalet” de corta distancia. Allí,
en mitad de la cuesta con adoquines de color negro azabache, aparece ante mí la
cruz de Santiago Apóstol , patrón de mi pueblo y que me llevó a contar su
historia antes mis amigos, dentro de uno de esos debates intensos que dar lugar
una larga tarde de verano donde nunca faltan los frutos secos y unas cañas bien
frías que sirven de homenaje a la tierra del Quijote.
Santiago, y cierra
España, frase que recorre todos los cimientos de la Península Ibérica y que
lleva, como siempre, una historia detrás que vamos a contar.
Todo comienza con Santiago el Mayor, discípulo de Jesucristo
que según las crónicas viajó por toda la Península Ibérica con el objetivo de
difundir el cristianismo, acabó volviendo a Jerusalén donde fue decapitado en
el año 44 quedando su cuerpo en manos de sus propios discípulos que decidieron
trasladarlo con dirección a lo que hoy conocemos como Galicia. Una vez allí el
cuerpo del apostol fue llevado hasta
Santiago de Compostela iniciándose todo un mundo de crónicas y leyendas que
convirtieron a Santiago como patrón de España.
La batalla de Clavijo ( La Rioja) será ese suceso que cambie
la historia y que marca un antes y un después dentro de la cristiandad y de
España. Estamos en el 23 de mayo del 844 d.C. la península Ibérica vive inmersa
en el proceso de Reconquista, por la que varios reinos cristianos querían
acabar con la dominación musulmana imperante produciéndose la batalla entre
“moros” y “cristianos” en Clavijo, enclave estratégico de gran importancia para
el reino de Navarra. El bando cristiano se encuentra realmente en una difícil
situación con un agotamiento palpable entre las tropas y con una gran cantidad
de bajas, tras las primeras embestidas
del ejército musulmán. Es en ese momento en el que, según la leyenda, aparece
un hombre a caballo, despidiendo
resplandores y blandiendo una espada de plata, con la que en un abrir y cerrar
de ojos decapitó a 70.000 enemigos y cambió el rumbo de la batalla. El hombre
desconocido finalmente fue conocido por los allí presentes como el apostol
Santiago que recibió, desde entonces, el sobre nombre de Santiago “Matamoros”.
La influencia de este relato fue muy fuerte en los años
posteriores, haciendo de Santiago de Compostela un lugar de peregrinación, ya
desde el mundo medieval. Además se generó todo un conjunto de leyendas que
volvían hacer partícipe al Santo, como
el caso de la batalla de Coimbra, actual Portugal, que se produjo en el
año 1064 donde la figura del Apostol ayudó a las tropas de Fernando I de
León y que gracias a su intervención el
proceso de Reconquista se convirtió también en una Guerra Santa actuando de
forma conjunta todos los reinos cristianos contra un enemigo común, el mundo
musulmán en la Península Ibérica.
Con todos estos sucesos, la figura de Santiago el Mayor o
“Matamoros” quedó enraizada dentro de la
tradición español y en el año 1630, siendo rey Felipe IV, el Papa Urbano VIII
decretó oficialmente que el Apostol Santiago fuera considerado el único patrón
de España. Sobre este suceso escribió Francisco de Quevedo, cuyas palabras
fueron las siguientes: “ Dios hizo a Santiago, patrón de España, que no existía
entonces, para que cuando llegue el día pudiera interceder por ella y volverla
otra vez a la vida con su doctrina y con su espada”.
Hay que destacar también la creación de la Orden militar y
religiosa de Santiago surgida en León y cuyo principal cometido era proteger a
los peregrinos que hacían el Camino de Santiago y hacer retroceder a los
musulmanes de la Península Ibérica, habitando sus miembros en poblaciones como
Torrelodones y ejerciendo una gran tarea en la repoblación de ciertos
territorios . La orden tenía sede en una población conquense, Uclés, desde donde se repartían las encomiendas que
servían para organizar las funciones de la orden. Es necesario recordar al
lector que uno de los escritores más importantes de la historia de nuestro
país, Francisco Quevedo, fue miembro de la orden convirtiéndose en uno de sus
embajadores más importantes.
Ésta es una historia
más que configura la sociedad, cultura y el mapa de nuestras localidades y que
nos convierte en partícipes de la historia. La historia que nos sirve para
entender nuestro pasado y para comprender nuestro presente.
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